MARIA DEL BUEN REMEDIO
Patrona de la Orden de la Santísima Trinidad *
Los religiosos Trinitarios, que tienen como fin especial el de honrar a la Trinidad divina con particular culto de devoción, promover esta fundamental devoción y ejercitar las obras de misericordia para socorrer a los necesitados, ya desde el origen de la Orden ha venerado con singular devoción a la Virgen María , sagrario de la augusta Trinidad, bajo el título del Buen Remedio.
Con estas palabras de Beato Juan XXIII, sintetiza el modo con el cual, los Trinitarios contemplamos el misterio de María. Ella es ante todo, Santuario de la Trinidad. Con este título se indica aquello que María ha significado para Dios y delante de Dios. La grandeza incomparable de la Virgen le viene de su especial relación con Dios Trinidad. El Padre la eligió, la predestinó antes de todos los siglos para realizar en ella la maravilla de la Maternidad Divina. Realmente solo María ha podido decir: “El Poderoso ha hecho obras grandes en mí” (Lc 1,49). El Hijo, se ha hecho Hijo del Hombre en el seno virginal de María. La íntima e insuperable unión de María con Dios tiene lugar a través del Hijo que es realmente su primogénito.
Si María es el Santuario de la Santísima Trinidad es porque Dios habita personalmente en ella, esto sucede en un modo especial en el misterio de la Encarnación : Por su maternidad divina la Virgen custodia y guarda en su seno al Verbo eterno y con él en íntima e indisoluble comunión al Padre y al Espíritu Santo. Por el Espíritu Santo se cumple el, misterio de la Encarnación : es él quien la fecundó con su poder, la cubrió con su sombra, esto es, la revistió de Dios a fin que Dios mismo se hiciera en ella hombre. Por esto que “toda lengua te alabe, Madre de Dios, Esposa del Espíritu Santo e Hija amadísima del Padre”(Ant.1 de la celebración propia de Laudes)
El título con el cual la Orden venera a la Virgen de Nazaret, exprime magníficamente su relación con nosotros: Ella es la Madre del Buen Remedio. ¿Quién es el remedio de los hombres sino su Hijo Jesús? El es la salud, la salvación, el remedio a todos los males que afligen al hombre y María es la Madre de este Buen remedio. “María dio a luz a Jesús, nos trajo el remedio y nos brindó la salvación”(Ant.2 primeras vísperas).
María no se contentó solo de dar al mundo al Redentor que sanó nuestras heridas y curó nuestras enfermedades; la Virgen ha estado muy cercana a su Hijo presentándole las necesidades de todos los hombres. Así la vemos en Caná intercediendo delante a Jesús a fin que, remediase la falta de vino y así la vemos en la redención de los esclavos llevada a cabo por nuestros fundadores. Aquí no se trata de remediar un imprevisto de poca relevancia como en Caná de Galilea, sino que resolver una grande justicia que metía en peligro la fe de los esclavos y conducía a la degradación de su propia naturaleza humana.
Sí, María es la Madre del Buen Remedio, del remedio de los hombres, esto se debe manifestar en nuestro empeño por la liberación de todas las esclavitudes. María nos da aquello que es, Buen remedio, a fin que nosotros lo llevemos a nuestros hermanos que no lo tienen, porque sufren en su carne la injusticia, que encuentra la misma expresión en la negación de la fe en Dios, o viven esclavos del pecado, de la miseria o en la enfermedad. Ella nos ofrece el buen remedio conduciéndonos a su Hijo, infundiendo en nosotros la confianza en él, en su amor que es más fuerte que la muerte. Es el Cristo, que nos envía a hacer lo mismo que el ha hecho, llevar su misión liberadora “Me ha enviado a anunciar a los pobres la buena noticia, proclamar la liberación de los esclavos, a los ciegos la vista, ..(Lc 4,18s). Ya ante todo, la Virgen María ha dado voz a su Hijo que portaba en su vientre, celebró antes de su nacimiento, esta misión de Cristo cuando en el Magnificad canta las obras del Señor a favor de los pequeños y oprimidos “(Lc 1,51-53).
María se puso maternalmente al lado de los discípulos de su hijo que tienen necesidades o sufren persecuciones, o están en la cárcel o enfermos, o en la ignorancia, para ofrecer el remedio que ella tiene: la salud, la salvación, la libertad de su Hijo Jesucristo. Debemos seguir sus pasos colaborando activamente en la redención de los hombres conforme al carisma propio, para esta misión, ella es nuestra Madre del buen Remedio y con este título la invocamos. Todos los Institutos trinitarios la veneran a la Virgen Madre como Madre y Patrona, porque nosotros Trinitarios somos y nos sentimos Iglesia. María es Madre de la Iglesia.
En el vínculo especial que nuestra Familia tiene con la Santísima Trinidad , mira agradecidamente a la Virgen Santísima y descubre también en ella la existencia de la íntima relación con las tres personas divinas. Igualmente la familia Trinitaria dedicándose a la redención de los esclavos sabe que después de Jesús, el divino redentor, ninguno como María ha sido remedio de cuantos sufren la injusticia y la esclavitud por esto se siente tan ligada a ella que tanto ha hecho y hace por la redención. Toda la Orden por este motivo canta, Tú eres nuestra protección; tú, nuestro refugio y nuestro mejor remedio, Oh María.
En la carta del papa Juan XXIII nos dice: que el Capítulo General del año 1959, habiendo constatado que el culto a la Madre de Dios, trasmitido por la tradición, era en efecto una devoción especialmente sentida en la Orden manifestó, interpretando los sentimientos de todos los religiosos, el vivo deseo de que la inclita Virgen María, venerada bajo el título indicado (del Buen remedio), fuese constituida por la autoridad de la santa sede, celestial Patrona de toda la Orden Trinitaria. Por tanto, en la confianza de que esto avivará más a los miembros de esta familia religiosa a honrar con perenne y ardiente amor a la virgen, adornada con este dulce título y a que movidos por su ejemplo, se dedicaran especialmente a llevar alivio y remedio a los más necesitados….”
Veneramos a María como Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo, esposa del Espíritu Santo, Sagrario de la Santísima Trinidad. Según antiguos documentos las fiestas de la Virgen venían celebradas solemnemente entre los Trinitarios. La misma Regla nos da testimonio y semanalmente, por privilegio, ya en el año 1262 recitaban el oficio de la Virgen María , y motivados por este gran afecto muchas veces alababan a la Virgen con sus propios escritos y a través de la predicación sobre las grandezas y privilegios de la Virgen. Los Trinitarios eran muy devotos a este culto especial por su relación de las tres personas divina y por el gran amor con el cual María colaboró a la redención del mundo y más aún, porque frecuentemente cuando realizaban la redención experimentaban la ayuda especial de la Madre del Buen Remedio. Todo esto contribuyó mayormente a que los Trinitarios cada día, se distinguieran en el venerar a la Santísima Virgen María bajo el Título del Remedio y que en su honor, fundaran confraternidades, altares e imágenes. La Virgen ha hecho comprender bien, con gracias especiales, cuanto le era grata esta invocación. Gracias a grandes devociones prácticas a la virgen el ejemplo se extendió por todas las comunidades y la especial devoción de sus hijos más insignes, se creó en toda la Orden una atmósfera mariana que se mantiene viva aún hoy.
Son muy significativas las palabras extraídas del instruccional de los novicios que nos dice: es necesario que se advierta a los novicios que una de las grandes consolaciones que tienen nuestros religiosos Trinitarios es de tener a María, Patrona y abogada, por tanto ejerciten una afectuosa devoción con gran amor de ser sus perpetuos capellanes, dando gran parte de la vida en servirla, honorarla y venerarla.
La tradición y la historia nos han trasmitido las pruebas de esta particular devoción con la cual tantos Santos y Beatos nuestros, veneraron a la Virgen entre ellos: San Felix de Valois, con su legendaria aparición en la noche que precedía la fiesta de la Natividad de María; San Juan de Mata, con especial intervención en sus redenciones, San Juan Bautista de la Concepción , Reformador de la Orden , en los momentos de mayor dificultad, San Simón de Rojas, el primer novicio de la reforma Fr. Pedro del niño Jesús, Sor Ángela de la concepción etc. y actualmente el P. Domingo del Santísimo Sacramento, P. Felix de la Virgen , Mons. Di Donna todos ellos nos dan ejemplo de singular devoción a María.
Finalmente recordamos lo que nos dice nuestras constituciones: como "Madre de Dios Hijo", María es la "hija predilecta del Padre el sagrario del Espíritu Santo", que "se entregó totalmente al misterio de la redención de los hombres". Ella fue la humilde esclava del Señor, "miembro singular" y Madre de la Iglesia , como también signo y modelo preclaro de consagración religiosa, por habernos precedido en el seguimiento de Cristo y porque, de modo eminente y singular, ha sido para nosotros, y sigue siéndolo, modelo de servicio a la Iglesia.
Por lo cual los hermanos, para crecer cada día más en santidad y dar frutos más abundantes de apostolado, honren a la Virgen María con afecto filial y con verdadera devoción, fomenten su culto, venerándola, según una antiquísima tradición de la Orden , bajo el título de bienaventurada Virgen María del Buen Remedio, Patrona principal de nuestra Orden, rezando el rosario mariano y celebrando la misa votiva y la Liturgia de las Horas el sábado, según las rúbricas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario